Gemma del Caño, farmacéutica: "Dejar una botella de agua al sol en el coche parece inofensivo, pero en realidad es un cóctel de plásticos migrados"
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En los meses más calurosos del verano es habitual dejar una botella a medias en el portavasos del coche (o en cualquier otro lugar del vehículo) y encontrarla horas después totalmente recalentada, pero aun así muchos siguen bebiéndola. Esa costumbre, que puede parecer trivial cuando la sed aprieta, esconde riesgos relacionados con la liberación de compuestos del plástico, la proliferación de bacterias y la pérdida de calidad del agua.
La farmacéutica Gemma del Caño, experta en seguridad alimentaria, ha advertido en un artículo publicado en Meteored de los efectos de este hábito. Según explica, "dejar una botella de agua al sol en el coche parece inofensivo, pero en realidad es un cóctel de plásticos migrados, microplásticos, bacterias y mal sabor". La especialista detalla siete motivos que respaldan esta afirmación.
💧☀️ Los 7 motivos por los que no hay que beber de una botella olvidada en el coche al sol.
✍️ Nos lo explica la experta Gemma del Caño (@farmagemma). https://t.co/IaxLwjqHFT
— Meteored | tiempo.com (@MeteoredES) August 21, 2025
El primero de ellos es la migración de compuestos del plástico, ya que a temperaturas cercanas a 70 ºC las botellas de tereftalato de polietileno (PET) dejan pasar sustancias que no deberían estar presentes en el agua. A este factor se suma la liberación de microplásticos, partículas diminutas que el calor desprende del material y que terminan flotando en el líquido.
Otro de los aspectos que resalta Del Caño es la aparición de un auténtico "spa bacteriano". Si la botella ya ha sido abierta, la combinación de humedad y calor favorece que las bacterias de la saliva se multipliquen rápidamente, aumentando la probabilidad de causar molestias digestivas como gastroenteritis.
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El sabor también se ve afectado: el agua puede adquirir un gusto extraño debido a reacciones químicas provocadas por el calor, hasta el punto de recordar a un "agua de radiador". Además, beber agua caliente sacia mucho menos y fomenta la deshidratación en jornadas donde el organismo necesita una correcta reposición de líquidos.
Del Caño añade un sexto factor: el riesgo de liberación de acetaldehído en condiciones extremas de calor. Esta sustancia no supone un envenenamiento inmediato, pero sí deteriora el sabor y no es recomendable en concentraciones elevadas. Finalmente, la experta advierte contra la falsa seguridad de quienes afirman que lo han hecho durante años sin consecuencias: la toxicología depende de la dosis, la frecuencia y la susceptibilidad de cada persona.
La especialista concluye que lo más adecuado es no dejar botellas de plástico expuestas al sol, utilizar envases reutilizables de acero inoxidable y priorizar siempre el agua del grifo, que es mucho más económica y respetuosa con el medioambiente.
El Confidencial